Escritores y drama
Delfina Acosta

No se trata de desmitificar a los escritores, pero se sabe de su parte de culpa en algunas enfermedades sicológicas de sus hijos. Víctor Hugo, el extraordinario escritor francés, autor de Nuestra Señora de París y Los miserables, tuvo cinco hijos. Una descendiente suya encontró la muerte como consecuencia de la locura.

James Joyce, autor de Ulises, fue padre de una niña que con el tiempo enloqueció. El genial James Joyce decía al referirse a ella: “Hay fuego en su cerebro”.

Ha de tenerse en cuenta que no hay un archivo, un estudio completo, ni mucho menos, de la cotidianidad de aquellos padres en su trato familiar. Sin embargo puede percibirse, o al menos sospecharse, que la relación afectiva entre los escritores y sus hijos estaba marcada, a menudo, por la distancia afectiva.

También los escritores fueron hijos de su propio genio creador. ¿Cómo no nombrar a Horacio Quiroga, quien se suicidó con cianuro pues no hallaba una manera de sobrellevar su existencia?

¿Y qué decir de aquellos poetas como Valery, Rimbaud y Edgar Allan Poe, así como Rubén Darío o Walt Whitman, quienes no pudiendo ajustarse a una existencia diseñada por las normas de la sociedad, se envenenaban a sí mismos con la propia dosis de un carácter huraño, desapacible y melancólico?

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 28 de setiembre de 2008

ABC COLOR

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