Cuando
el escritor argentino Ernesto Sábato dio a conocer su libro El túnel, el
escritor francés Albert Camus, Premio Nóbel de Literatura 1957, saludó
la obra con entusiasmo. Ese saludo le valió mucho, sin lugar a dudas, a
Ernesto.
Luego
de El túnel, habría de venir al siglo pasado una de las obras más
importantes y conocidas de Sábato: Sobre héroes y tumbas. En el libro se
relata un romance extraño, nada convencional, entre un joven, Martín, y
una mujer, Alejandra, descendiente de una familia cuyos héroes llegan a más
de cuatro almas.
No hay Dios posible en ese Buenos Aires crudo, violento, donde la
persecución a los terroristas y a los conspiradores pone un acento de
sordidez al ambiente.
Ernesto Sábato nos ubica en un Buenos Aires de los acontecimientos
tumultuosos, con sus inmigrantes italianos que se abren paso con quejas a
cuestas, su jerga especial repartida entre los individuos de la clase
pobre y trabajadora, y su mundillo que se desplaza por distintas calles.
Una Argentina de la época, de la memoria de los conflictos, donde están
instalados los ilustres antepasados de Alejandra.
El idilio acaba mal
Pero hay otra pasión, una pasión fantasmal, alucinante, que es
considerada un verdadero tratado de la demonología por los especialistas
en crítica literaria.
Esa pasión llena los días y las horas de un personaje que busca conocer
la cofradía, la logia, la secta de los ciegos.
¿Cómo es posible pensar que los ciegos pueden estar involucrados en una
organización, en una secta maligna, construida -cuidadosamente- por sus
acólitos?
¿Tiene que ver con el infierno esa secta de ciegos? Al parecer, sí.
En esa suposición, más bien en esa certeza, pasa sus días un hombre.
Ese hombre suele recordar a Castel, el protagonista de El túnel. Castel
es aquel pintor que termina asesinando a la mujer que ama.
Ha de saberse que Ernesto Sábato no siente la menor simpatía por el
poeta Jorge Luis Borges.
Se lee en un párrafo de Sobre héroes y tumbas lo siguiente:
“Cada vez soporto menos los cuentos de Borges”.
“Informe sobre ciegos” es un mundo literario que genera muchos mundos
y está atravesado por la obsesión.
Buscar una secta de ciegos y dar con ella y encontrarse con monstruos que
le arrancan los ojos a uno y sentirse acorralado por una mujer ciega que
devora a sus víctimas es dar con un informe acabado, ciertamente.
Al enfrentarse con la maldad en su más terrible forma, Ernesto Sábato se
ubica en un genial estilo literario.
Su obra Sobre héroes y tumbas (1961) hace que sea reconocido mundialmente
como un original escritor.
Sábato nació en Rojas (Buenos Aires) en 1911. Recibió
el Premio Miguel de Cervantes en 1984.
Ya no escribe ni lee, pero pinta. |