Suele ser común, hasta corriente, que se haga una biografía, o más, de aquellas personalidades que han sobresalido por su talento en el ámbito de las letras, de las contiendas militares, de la música, de la historia y de las bellas artes en general. Estamos ahora ante un caso (la biografía del Dr. Ricardo Ugarriza Ciancio escrita por Edgar Ricardo Ynsfrán Ugarriza) que pone a consideración del lector las instancias más relevantes de la existencia de un médico, de un hombre civil, de un ser humano que mereció el respeto de las personas afectadas por el mal de Hansen y la sífilis, entre otras enfermedades que requerían un tratamiento detallado y minucioso.
¿Qué
tiene esto de notable? Pues que el autor de la biografía entendió
claramente, como nieto del biografiado, y como ser humano de ideas claras,
que también los médicos que han ofrecido sus cuidados incondicionales a
los enfermos se merecen un libro, un reconocimiento especial y cuidadoso.
El Dr. Ricardo Ugarriza Ciancio fue no solamente el precursor del
desarrollo de la dermatología en el Paraguay, sino que también fue un
patriota de quilates, pues abandonó la comodidad de su permanencia en
Europa, al enterarse de la guerra desatada entre Paraguay y Bolivia, para
presentarse en el campo de batalla. Cuidaba del estado sanitario de su
Unidad con entrega total. Y era tal su preocupación por los combatientes
afectados por la tifoidea, las enfermedades venéreas y la diarrea criptogénica,
que recomendó la formación de un Centro de Venerología, para evitar la
propagación de las enfermedades de trasmisión sexual a los demás
miembros de su Regimiento.
Ha de saberse que su afán de investigación ha sido el Norte, digamos, de
su carrera. La inteligencia coronaba su cabeza.
Fue alumno sobresaliente de la Facultad de Ciencias Médicas. El promedio
de sus calificaciones fue 4, 40. Algunos puntos más y llegaba a la
excelencia.
