Carta desde Paraguay

Pájaros bajo la piel del alma
Delfina Acosta

El poeta peruano español Alfredo Pérez Alencart ha escrito un poemario sobre pájaros y el aire se ha llenado de vuelos azules, negros, blancos, oscuros y multicolores. Pareciera fácil el tema, pero su desarrollo implica tibieza, ternura, candor, viveza, amor y toda la gracia del verbo.

Uno puede recordar todos los temores que agitaron ayer nuestras almas cuando, con una honda en la mano sucia y pequeña, perseguíamos a esas cantarinas criaturas de los vientos y de los árboles. El poeta, fiel a su memoria, y dueño de una comunicación poética que va creciendo y robusteciendo la poesía de España, nos entrega la paz de su espíritu juguetón, a través de un sentimiento alegre con que festeja la llegada y el bullicio de los pájaros. Me refiero a aquellos que surcan en bandada los cielos, y que tejen (como lo hacía su madre) los sueños del ser humano.

Se torna necesario para el vate, describir a los pájaros en todos sus afanes. Los hay de sus antepasados, los hay del tiempo de la inocencia y del asombro, como las palomas, los hay dueños del paisaje imponente, como los gavilanes. Y allí, en su ventana, está un gorrioncito que lo visita, y que parece cantarle en los oídos, los muy hermosos versos que componen el libro.

Alfredo Pérez Alencart, en su obra Pájaros bajo la piel del alma, nos acerca con sus más bellas poesías, los sentimientos que hacen nidos tiernos, melancólicos, en nuestro pecho. Este libro tiene la capacidad de renacer a las aves en las manos, y la aurora del renacimiento matiza de claridades (no de espejismos) un mundo donde todavía existen las probabilidades de la esperanza y del amor. En su voz se tornan tiernos el trajín y el piar de las criaturas voladoras.

Podemos entender, ante sus palabras ingeniosas y persuasivas, que son las aves como las almas dulces y apacibles, en las que se revela toda la esencia del amor hacia los demás. Con diáfanas razones, el vate construye un mundo de pájaros.

Y en esa tarea, lo acompaña otro soñador, Miguel Elías. Qué distracción para los ojos, cuántas revelaciones para la curiosidad, cuántos presentimientos para el espíritu, observar una y otra vez los dibujos de aves del exquisito artista nacido en Alicante.

Las frases poéticas de Alfredo son parecidas a aquellas pequeñas olas con que murmura el mar sobre las arenas finas. Porque saben volar, los pájaros son los pequeños dioses de Pérez Alencart. Así nos dice en un poema: /SALÚDOTE, precioso pájaro/ que viniste a mi arboleda/ para subirme al aire leve/ y tenderme por nubes negras/ para ver la penumbra del vivir, / para amarrar el ego feroz,/ para esquivar conjurados puñales,/para amar con verde ternura,/ para quitar el sebo que daña/ la hermosura de las palabras.../ Yo te saludo, te llames Ramón/ o Sánchez volando por los Andes.

Que vuelen pues estas criaturas de los cielos y de los mares, entregando a través de la belleza de la palabras, una poesía donde se conjugan el arte y la pasión verdaderos.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, Domingo 21 de Enero de 2007

ABC COLOR

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