Alfredo Pérez Alencart 
La poesía el asombro
Delfina Acosta

El escritor venezolano Enrique Viloria Vera (Caracas, 1950) ha escrito un ensayo pionero sobre la obra del escritor y poeta Alfredo Pérez Alencart (Puerto Maldonado, Perú, 1962) quien reside desde hace mucho tiempo en España.

Debe considerarse, en primer lugar, que Alfredo Pérez Alencart, lejano, apartado del pesado aire monárquico que respiran a menudo muchos poetas, ha entregado generosamente gran parte de su trabajo y de su tiempo a rendir culto a los maestros de la poesía de estos tiempos. Así pues trabajó en la elaboración de antologías de poetas muy significativos como Gastón Vaquero, Gonzalo Rojas, Alejandro Romualdo, José Hierro, Olga Orozco, Jesús Hilario Tundidor, Reynaldo Valinho, Antonio Salvado, Ramón Palomares, Antonio Colinas o Francisco Brines. Después de haberse despojado de su tiempo valioso, se dio a lo suyo, escribir poesía, y de las buenas, porque en ella se percibe el latir del Perú, del río Amarumayo, del viento a la deriva que lo llevó de Puerto Maldonado para dejarlo malherido y exiliado en Salamanca, del amor hacia los suyos, los de su lejana patria.

En sus versos se siente el dolor que se experimenta cuando se cambian el terruño y el hogar por una frontera; se percibe la conciencia del paso ligero del hombre sobre la faz de la Tierra; se ve venir, llegar y pasar la pena que no se puede ocultar, porque sí, porque a veces las penas llegan, y tardan mucho en marcharse hacia otra persona.

La poesía de Alfredo Pérez Alencart alcanza connotaciones universales, pues su temática es amplia. Tiene voz el poeta para vivir, morir y revivir por el ser humano de este tiempo nuestro. Con los ojos muy abiertos, canta a su hijo, su unigénito, declarando que en él está sellada su victoria. Decir que ha prolongado su paso por el mundo, en un pequeño ser que lleva su sangre, y declarar la renovación de su existencia en su criatura son señales de altura y de fiereza, de que ante toda la humanidad y la naturaleza, él se siente infinito, grande, poderoso.

Además de que la palabra de Alfredo Pérez Alencart es sencilla (la comunicación entre el lector y el poeta se establece inmediatamente), debo decir que ella lleva los versos por los caminos de polvo, por las piedras y las blanduras del mar, por la memoria de sus antepasados, por los cielos de las ciudades abandonadas al hollín, por el verde mojado de las selvas.

Y por el amor a la mujer, a ella, que es finalmente, el gran acontecimiento, la aguardada renovación, el motivo perenne de la humana poesía. Su fe, intuitiva y optimista, persiste a través de los versos, y logra persuadir al lector.

Lo que escribe, con intrépida independencia, libertad y sinceridad, tiene vigor y fuerza, y será lo que siempre señale a este exquisito poeta peruano-español. A la luz de la interpretación, sus poemas se revelan humanos, y comunicadores de una suerte de filosofía de la naturaleza y del hombre de este - incómodo - siglo XXI.

Dentro del vasto dominio de las ideas, su poesía se ha echado a andar con la fuerza motora de la libertad. De su concentrada meditación en el significado de la vida, aparece singular la obra poética de Pérez Alencart.

Breve reseña del autor: Sus libros publicados son: La voluntad enhechizada, Madre selva, Ofrendas al tercer hijo de Amparo Bidon. Próximamente aparecerá Las orillas del mundo. Su poesía ha sido traducida al alemán, inglés, portugués, ruso, árabe, italiano, griego y coreano. Es profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Salamanca y miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía. Su libro de memorias Posesión entre luciérnagas se publicó en 2002.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, Domingo 10 de Septiembre de 2006

ABC COLOR

Ir a índice de América

Ir a índice de Acosta, Delfina

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio