5 poetas españoles de hoy
La literatura paraguaya en un diccionario

Delfina Acosta

Tengo en mi poder un libro que encontré hace unos días en mi buzón. Se titula Pentagrama. Fue publicado por Trilce ediciones, en España. El mismo es una antología preparada por Remo Ruiz, poeta y ensayista español, nacido en París (1964). El texto, que también da en llamarse “Cinco poetas españoles de hoy”, contiene los poemas de los siguientes artistas: Luis González Tosar, Juana J. Marín Saura, Enrique Villagrasa, Alfredo Pérez Alencart y Asunción Escribano.

Quiero hacer un comentario. ¿Qué nos ofrece el poeta? Pues, presumo que su realidad. ¿Tan seguro es eso? No. No lo siento así. El poeta es, en líneas generales, un hombre, una esencia, a veces una pluralidad, que encuentra su prolongación en el arte escritural y consigue prolongarse en los demás, escribiendo de la manera en que es requerido por su proceso creativo.

ESTADO ANÍMICO

El poeta no informa. Traduce su estado anímico. ¿Cómo? Pues a través de una escritura donde las palabras “juegan” con la verdad y con la mentira. Esa mentira tácita, por así decirlo, existe desde que la palabra se ha convertido en un don expresivo. O en arte, concretamente.

La realidad que se lee en los periódicos, que nos la venden las voces profesionales desde las emisoras radiales, que nosotros mismos la expulsamos (o tratamos de expulsar, muchas veces) para poder protegernos de ella; esa realidad se repite, se reitera, en múltiples ocasiones en las formulaciones poéticas. Y estéticas.

Cada poeta tiene su manera de decir y de describir cuanto ve y cuanto siente dentro de su entorno, que es la pantalla cinematográfica de un mundo, trágico, opresivo, delirante, imprevisible, romántico, a veces alegre y variado.

Así, por ejemplo, Alfredo Pérez Alencart, poeta nacido en Perú, Puerto Maldonado (1962), pero considerado vate español. Él nos habla desde el dolor, la esperanza y el sufrimiento de la gente de su tierra entrañable. Es un poeta plural, creo yo. Tiende a querer revisar el universo valiéndose de la intuición, de la curiosidad, de la lectura de los libros, de la observación de las cosas y del credo del hombre

He aquí un poema suyo:

TODAS LAS PATRIAS
CIERNO mis genes para hallar las patrias
que fueron colocando su preciosa carga
en el mapa enérgico del pecho que llevo
con la viva paz de quien ama con fuerza.

En mí no podrán reconocer al extraviado,
pues mi deriva busca agasajar los suelos
que fueron nutriendo a los antepasados
como abono para que mi cuerpo naciera.

Esta patria me pertenece, y la otra también,
porque no reconozco los caminos distintos
y me avergüenzo cuando me piden papeles
que ya arrojé como limosna a las hogueras.

En mis pasos está mi patria del momento;
en mis acentos sabrán hallar a las demás.

Soy el relámpago que se vuelve infinito
para alumbrar el cielo de todas las patrias.

(a Sebastián Battaner)
La poesía tiende a desfigurarse, a salirse de su centro, es cierto, pues no es de sí propia. En otras palabras, no se pertenece. Es propiedad del poeta, sí, pero solamente en la medida en que él se afana por tenerla bajo las grandes sombras de sus alas.

LA POESÍA VUELA

Verdad es que la poesía vuela. Lleva la imaginación a páramos, a mares sobre los que llueven los días y las noches, pero verdad es también que camina al lado del hombre, y, a veces, junto a la multitud. Pablo Neruda, el poeta comunista, multiplicó sus versos como panes para una humanidad cansada de una realidad social que la explotaba.

La poesía se alimenta de la carroña de la realidad, de las ansias de un amor infinito capaz de regenerar el mundo, de la fantasía con la que se puede convivir para hacer más pasables y menos solitarios los días. Los poetas que escriben la llamada poesía de compromiso, o poesía social, entienden que su manera de expresarse está irremediablemente ligada a la suerte de los demás. En definitiva, el mundo es con ellos.

A mí me llama la atención que la vieja poesía lírica de España se haya quedado estática, paralizada, en los tiempos de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez. Pero llegó esta otra poesía, tal vez menos iluminada. En fin, es la poesía que tiene España. El lector es quien juzga finalmente.

He aquí un poema de Luis González Tosar:

CHAUEN, EL PRIMER GOZO
Ahora que los copos de la nieve dulcemente
llegan y toman posesión de las cumbres y los picos,
en estos momentos de nostalgia en que el granizo
perfora la tierra y va robándole luz a la tarde,
yo puedo irme mucho más lejos, más allá de la retama,
cerca del añil, del orégano, o de una flor celeste,
la que huye en otros prados del beso de las oropéndolas.

Puedo cavar con los ojos un hondo e inmenso abismo,
pasar a pie cien puentes, disputar a lo largo de los caminos
y despertar de este sueño guardado bajo la llave de tu sombra.

¡Espléndida mentira de la ciudad! ¡Forma de cuerpo amado!
abre tus muros albos, agota para siempre esta distancia.

¡Tira de mí con la misma fuerza de aquel primer gozo!

Esta es una poesía de versos que celebran la vida. Vivifica lo amoroso, con intenciones limpias y sencillas. Particularmente pienso que su obra enriquece al lector pues Luis González Tosar sabe armonizar; retrata con soltura los sentimientos del hombre.

Es en la armonía donde se deleita la poesía.

Es en el ritmo donde se hace escuchar.

Y es en la ternura donde expresa el sentir humano.

Luis González Tosar nació en Buenos Aires, en 1952. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Santiago de Compostela y ejerce de profesor de Lengua y Literatura Gallegas.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 17 de agosto de 2008

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